El cuerpo cambia e impone límites. Cómo adecuar el entrenamiento y cuidados para no exigirse de más.
Cada edad tiene sus beneficios y riesgos, por eso es importante conocer qué tipo de prácticas se adecuan a cada una de ellas.
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Los 20
Cuando se realiza el paso de la adolescencia a la década de los veinte, la actividad física promedio -al contrario de lo que se cree- disminuye dado que los jóvenes comienzan su carrera universitaria o laboral y la importancia de ejercitarse pierde relevancia.
En este punto, la constancia, más que la intensidad, es lo que beneficia al cuerpo.
El trote es una buena opción para ambos sexos, ya que las articulaciones gozan de buena salud. Sin embargo, a medida que se acerca el final de la década, se recomienda revisar las condiciones físicas para evitar un deterioro precoz de las articulaciones.
Los 30
El riesgo de las lesiones aumenta, principalmente por la práctica esporádica de deportes. Este es el caso de los que mantienen una vida sedentaria en la semana y los fines de semana pretenden convertirse en deportistas expertos. El resultado: se resienten o lesionan los tejidos ya que no tuvieron la estimulación necesaria para crecer y desarrollarse.
¿Cómo contrarrestarlo? Practicando habitualmente y realizando ejercicios aeróbicos y anaeróbicos, como pueden ser las pesas y la bicicleta fija.
Los 40
Esta década se caracteriza por presentarse los niveles más altos de estrés, lo cual se vio reflejado en el considerable aumento de los infartos o problemas cardíacos en personas más jóvenes. Por eso se recomienda aprender técnicas de relajación, pasatiempos que produzcan tranquilidad y deportes de bajo impacto.
La ingesta de vitaminas también es recomendable, en particular las antioxidantes como la C y E, y algunos metales como el cobre, zinc, y magnesio. El ejercicio aeróbico ayudará a mantenerse en el peso, aunque no es recomendable el trote dado que las afecciones de rodillas se hacen más frecuentes. También ejercitarse en el gym es un buen complemento para fortificar la estructura.
Los 50
Es el período ideal para practicar natación, dado que no altera el funcionamiento de las articulaciones ni requiere una exigencia que exponga a lesiones o dolores, y ayuda a mantenerse en forma en una edad en la que los beneficios de mantener el peso afectan directamente la salud. Se aconseja optar por una rutina programada y suave.
La tercera edad
En esta etapa es muy importante mantenerse activo, pero las recomendaciones deben adecuarse a cada caso y según la sugerencia médica.
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