Investigación de la U. de California:

La interacción entre las partículas del aire y la grasa presente en las arterias acelera el proceso de ateroesclerosis.

La contaminación atmosférica es un importante factor del endurecimiento arterial (ateroesclerosis) que provoca los ataques cardíacos y los derrames cerebrales, reveló un estudio divulgado ayer por la revista "Genome Biology".

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Lo anterior se debe a que las grasas que obstruyen las arterias interactúan con las partículas del aire y ponen en actividad determinados genes que desencadenan la inflamación arterial.

"Cuando uno suma uno más uno el resultado es dos. Pero cuando agregamos partículas de diésel al colesterol el resultado es tres. La combinación crea una sinergia peligrosa que causa un desastre cardiovascular", dijo a la agencia EFE el doctor David Geffen, de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, donde se realizó el estudio.

Según los científicos, las partículas de la contaminación aérea generalmente están cubiertas por hidrocarbonos orgánicos, los llamados metales de transición, sulfatos y nitratos.

Los hidrocarbonos orgánicos y los metales de transición inflaman las vías aéreas, lo que a su vez provoca una inflamación vascular, lesiones arteriales y el surgimiento de los coágulos que provocan los ataques cardíacos o los derrames cerebrales.
Inflamación celular

Durante el estudio, los autores presenciaron una interacción entre las partículas de diésel y los lípidos oxidados.

"Esa interacción causaba una inflamación celular, lo que es un importante riesgo de ateroesclerosis", precisó Jesús Araujo, profesor auxiliar de medicina y cardiología de la U. de California.

"Esa interacción dejó una huella genética que revela de qué forma las partículas y el colesterol aceleran el estrechamiento y bloqueo de los vasos capilares", agregó Araujo.

La conclusión de los científicos coincide con cifras de la Sociedad del Cáncer de EE.UU. que revelan un 6% de aumento en las muertes por problemas cardíacos o pulmonares por cada 10 microgramos de aumento de partículas por metro cuadrado.

"Nuestros resultados subrayan la importancia de controlar la contaminación atmosférica como otro instrumento para prevenir las enfermedades cardiovasculares", dijo el cardiólogo Ke Wei Gong, otro de los autores de la investigación.

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