La ayuda del deporte en la calidad de vida:
Deporte antivejez

El sedentarismo afecta a nuestra vida, sobre todo cuando llegamos a ser adultos mayores. Por eso vale la pena comenzar a entrenar.

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El envejecimiento humano se manifiesta en una baja tasa de reproducción celular, lo que lleva a una demora de los procesos de cicatrización y, por ende, de recuperación de lesiones. Y también de recuperación del ejercicio. La velocidad explosiva, la frecuencia cardiaca máxima, el consumo de oxígeno, el fondo aeróbico, la elongación, etc., merman en la vejez, reflejando una deficiencia de reproducción celular y biosíntesis enzimática que lleva a mermas en la secreción hormonal y síntesis de sustancias que participan en los procesos de construcción de tejidos y de producción de energía.
No obstante, nuestra capacidad de entrenar y responder al entrenamiento permanece, y a pesar de la merma de nuestra potencia física, el deporte a toda edad mejora nuestra calidad de vida, porque estimula nuestra vitalidad, despertando todas las células de nuestro cuerpo y obrando así como un potente antivejez.
Una vida sedentaria tiene el efecto sobre el riesgo de enfermedad cardíaca tal como si fumara 20 cigarrillos al día. Por eso, y por mucho más, el sedentarismo debe ser considerado una enfermedad, un modo de vida que podríamos llamar degenerativo. Es cierto, la vejez nos consumirá al fin y al cabo. Pero una vida deportiva será un buen antídoto en el proceso.
El deporte no es para atletas. Es para todos. Especialmente al decaer la vida, como antídoto de muchos males. Desde el estrés y su neurosis, a la diabetes; del insomnio a la frigidez o la impotencia.
El deporte debe ser considerado parte de un programa de tratamiento y recuperación de muchas enfermedades. El deporte fortalece todo el organismo: músculos, nervios, sangre, glándulas, pulmones, corazón, cerebro, mente, ánimo... aceptación de nosotros mismos...
Aumenta el metabolismo, los procesos de producción de energía y regeneración celular, estimula la densidad ósea y la masa muscular, el consumo de oxígeno, el vigor respiratorio y circulatorio, y aumenta la producción de enzimas del cuerpo que ayudan, entre otras cosas, a regenerarse, producir hormonas y quemar grasa. El ejercicio no debe ser complicado. Simples y suaves elongaciones al despertar oxigenarán sus tejidos, tonificarán su cuerpo y le ayudarán a deshacerse de los desechos de la regeneración nocturna. Mire a un perro o a un gato al despertar, cuando se estiran. Haga lo mismo, tómese su tiempo. Las mismas elongaciones antes de dormir le ayudarán a relajar sus músculos y descansará mejor. Hay muchas maneras de traer el ejercicio a su vida. Porque lo más difícil es partir. Intente ir al trabajo caminando o en bicicleta. Suba escaleras, haga yoga, pilates, danza, natación, bicicleta, trote, o camine en contacto con la naturaleza. Pero parta. Más temprano que tarde.
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Lo más difícil es comenzar a hacer deporte. Pero el hábito es fundamental.

Fuente El Mercurio Dr Mauricio Purto

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